martes, 8 de febrero de 2011

FE EN DIOS

Objetivo 6: Establecer lo que recibirán quienes llegan a creer en el Hijo de Dios

Junto con el arrepentimiento de nuestras malas obras de antaño, lo que nos convertía en el “viejo hombre”, es necesario que apoyemos nuestra fe en que Cristo puede cambiarnos. Reconocemos nuestro pecado y aceptamos la verdad de que el sacrificio de Jesús realmente tiene poder para lavarnos, no importa qué mal hayamos hecho anteriormente, y conducirnos a la pureza de un santo. Este proceso es invisible, y por tanto difícil de asumir. Muchas veces vemos a un nuevo creyente que sigue atormentado por los pecados que ha cometido y siente que, en el fondo, aunque tenga la salvación, está condenado a volver a caer en ellos. Esto indica que quieren creer, pero aun carecen de la convicción de que su objeto de fe es real. En Hebreos 11:1 nos advierten que la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. En nuestra época de ciencia y materialismo, este cambio imperceptible al principio, que nace de dentro a fuera de nuestro ser, es difícil de asimilar. Pero la promesa de Jesús fue clara, y él mismo insistió en su veracidad: “De cierto, de cierto os digo: el que en mi cree, tiene vida eterna.” (Juan 6:47)

En Juan 3:14-21 se nos expresan estas dos ideas muy claramente. Es imprescindible poner nuestra fe en Cristo, el Hijo unigénito de Dios, pues sólo así obtendremos vida eterna; de otro modo, estaremos perdidos y sólo nos quedará la condenación. Y Jesús afirma también que aquellos que no creen lo hacen por celo de sus malas acciones. Aquellos que se gozan en su pecado y no se arrepienten aborrecen la luz de la verdad de Dios. El perdón es una ofensa para ellos, porque reconocer que tienen algo de lo que ser perdonados es lo mismo que reconocer que están haciendo el mal. Pero a nosotros se nos exhorta a que vengamos a la luz, “para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. No para Dios, sino “EN Dios”. Son obras del creyente, el que confía, el que se encamina a la luz y tiene vida eterna.

El significado original de “creer en Dios” es “dirigirse hacia Dios”. Su tiempo verbal podría darse a entender como “haberse dirigido hacia Dios y ahora estar en Él”, apoyándonos en su gracia por fe. Como vimos en la lección 5, Jesús es el cimiento del “nuevo hombre”, sobre el que somos edificados y desarrollados. En Él está nuestra fe, toda esperanza, todo bien, y la promesa de la vida eterna.