domingo, 26 de julio de 2009

Más vale bien prometido que mal conocido

Hace tiempo, la líder de jóvenes de la iglesia Renuevo de Vida, de Madrid, nos expuso el miedo como opuesto a la fe. Ambas son reacciones ante lo desconocido; el miedo presupone lo peor, la fe cree en lo mejor. Quizá más que la fe, en este caso, le toque a una de sus seguidoras fieles: la esperanza. La esperanza espera, mientras que la fe sabe. Realmente, el fiel siente la presencia de su Señor, no se limita a aguardar y soñar. Pero sin duda, la esperanza sigue a la fe, y persiguiendo ese sueño de algo superior muchos conocen a Cristo, de modo que ambas se fortalecen mutuamente.

En el Éxodo de los judíos, un pueblo de esclavos, sumiso y temeroso, se enfrentó a la misión de cruzar un tramo de desierto -lo que les llevaría unos días- y desafiar a los poderosos reinos, poblados por hombres altos, fuertes y terribles, en pos de una promesa, una esperanza, dada por Jehová a su pueblo, de que Él entregaría en sus manos una tierra que manaba leche y miel. Algunos estudiosos creen que "leche y miel" alude a ganado y ricos cultivos; otros que era alguna clase de expresión de prosperidad. Como fuere, esta esperanza alcanzó a pocos, y el resto rogaron a Moisés, al que no osaban oponerse, que les devolviera a su cómoda esclavitud. No temían negarse a la voluntad de Dios, sino que apelaban a su ungido. No pidieron valor o sabiduría o comprensión. Pidieron que se les retirara la esperanza.

"Más vale malo conocido que bueno por conocer", dice un proverbio conformista. Un refrán hecho por y para cobardes. A ese pensamiento se aferraba el pueblo judío; los descendientes de Israel suplicaban el yugo de Egipto con más pasión de la que jamás clamaron por su libertador. Destinados a ser el reino más grande conocido, los que debían ser príncipes de los hombres escondían la cabeza bajo la arena e imploraban ser perros bien alimentados. Jehová entonces, como separó la luz de las tinieblas, apartó a los esperanzados y les proclamó que vivirían, pero sólo ellos, entre su generación. Por cuarenta años, los judíos erraron por el desierto en lo que era un camino de pocos días, quizá semanas.

Imagino cómo, durante ese tiempo, nació la nueva generación. Niños que apenas recordaban Egipto o que, simplemente, no conocían más que este viaje incesante. Niños que aprendieron que eran supervivientes, luchadores, protegidos de la deshidratación por la sombra de la nube de Jehová, resguardados del helor de la noche por la columna de fuego de Dios. Alimentados por gracia, con maná y con ave, sin que les faltara agua, y aun así viendo a sus padres, nacidos en esclavitud y criados en cobardía, aterrorizarse ante cada dificultad y desear volver atrás en el tiempo, o acaso ser dejados morir para no sufrir más lo que, para sus corazones despojados de coraje, era un destino horrendo de nuevas pruebas, por más que siempre fueran superadas del mismo modo. Uno por uno, murieron sin ver su destino, la verdad de la esperanza que les fue ofrecida. Pero sus hijos, un pueblo criado en dificultad y victoria, heredaron la tierra prometida.


Si lanzas un anzuelo sin cebo a un lago en el que nunca se haya pescado, los peces lo morderán sin dudar, carentes de miedo a esa cosa que desconocen. Cuando la zoóloga Dian Fossey pasó catorce años estudiando a los gorilas, ellos se extrañaban de su presencia y no se comportaban como de costumbre, pero no la temían -como demuestra que, si la hubieran considerado temible, su instinto se habría impuesto y los machos de espalda plateada y doscientos kilos de peso la habrían despedazado. ¿Qué quiere decir esto? Que el miedo a lo desconocido es una costumbre adquirida por el hombre, e incluso vinculada a su espíritu incompleto tras incontables generaciones de espíritus de cobardía construyendo su fortaleza en el corazón humano. Pero en Cristo, como las nuevas criaturas que somos, ese miedo ha de caer.

El miedo a lo desconocido nos aferra a lo conocido, por malo que sea. El miedo a lo desconocido es miedo al posible mal, pero también a la esperanza. Temer a la esperanza, ¿tiene algún sentido? Para el Israel que partió en un Éxodo de cuarenta años, lo tenía. Para la generación de este siglo, lo tiene, y ves jóvenes limitándose y temiendo, y dejando de llevar a cabo la obra para la que hubieran estado destinados por miedo a abrigar una esperanza y que se derrumbe.

"Lo he comprendido por fin", dice Kaos, un personaje de comic sometido a pruebas que no se ve capaz de soportar como parte de su intento de ayudar a cambiar un mundo injusto. "Relatar un sueño, reunir los sueños de muchas personas, convertirme en su paladín… y al final no ser capaz de cumplirlos… ¡¡…es un pecado terrible!! Por fin lo he comprendido… ¡¡… es el peso del pecado de soñar!!" Pero apenas minutos después, este hombre al que los demás ven como un muerto en vida, descubre las pruebas que ha tenido que pasar, en este mismo tiempo, la mujer que amó en el pasado. Comprendiendo lo débiles que habían sido sus convicciones y sueños como para haberse derrumbado tan fácilmente, osa oponerse al hombre que le había castigado para dirigirle estas palabras: "Sin sueños, un hombre acaba muriendo. Pero si uno tiene sueños… y no trata de llevarlos a cabo, acaba pudriéndose. ¡¡Por eso la única manera de compensar el pecado de tener un sueño es tratar de llevarlo a cabo!!"

Por supuesto, esta es una definición de pecado muy influenciada por la idea budista de que salvarse es no desear nada -toda una religión basada en que tu misma esencia sea conformismo, Dios me guarde- y que no comparto, pero transmite lo que quiero decir. Persigue tus sueños, y recuerda las promesas dadas a los hijos de Dios desde Josué: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres."

Para que yo tampoco lo olvide, el Señor me ha dado otra promesa a mi en Josué 1:3, que acompaña a la que ya me ofreció en Lucas 12:32. He aquí, pues, el lema del Orgullo de Judá:
NO TEMÁIS, MANADA PEQUEÑA, PUES A VUESTRO PADRE HA PLACIDO DAROS EL REINO. YO OS HE ENTREGADO, COMO LO HABÍA DICHO A MOISÉS, TODO LUGAR QUE PISARE LA PLANTA DE VUESTRO PIE.

¡Que Dios os bendiga!

3 comentarios:

amparito dijo...

Lamentablemente yo era de las que piensan que "mas vale malo conocido que bueno por conocer" pero con el tiempo comprendi que no era asi como Dios queria que funcionara el mundo, y sus hijos; El quiere que tengamos fé, confianza ciega de que El nos va a probeer, y que nada malo pasara si no es con un proposito.
Muchas gracias por tus palabras que me reconfortan cada día. Y sobre todo tus ejemplos.

amparito dijo...

Por cierto e estado mirando los comentarios, y tu me comentas a mi y yo a ti pero la princesa no nos comenta nada, ni pone entradas.

Anthony Steel dijo...

Mientras sigamos creciendo y aprendiendo… y la Princesa ya sabes como va de ocupada llevando ella solita el Pan de Vida, así que en vez de echarle críticas échale una mano ;)